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miércoles, 17 de junio de 2009
La Saga de las Puertas - Los Orientadores


Siento un intenso calor. Me remuevo mientras intento conseguir una postura mas cómoda. Entonces, mientras me retuerzo incomodo, recuerdo todo lo ocurrido. El ataque de los Vampiros, mi lucha por sobrevivir. Atravesé la Puerta, pero morí. Abro los ojos y veo un cielo manchado de humo. No, no estoy muerto. Oigo unas voces a mi alrededor, rápidamente mi instinto me hace levantarme de golpe. El rápido movimiento hace que me maree, siento nauseas, mi visión se nubla. Miro a mi alrededor y veo varias figuras borrosas. Intento coger mi arma, pero al echar mano a donde debería estar no la encuentro.


-Tranquilo hermano.- Me dice una voz.- No temas. Te encuentras a salvo. Descansa, estás muy débil.

Dejo que poco a poco las figuras tomen forma, hasta que logro distinguir las marcas azules y apagadas que dibujan todo su cuerpo. Es un hombre de mi raza. Se acerca y se sienta a mi lado, sin decir nada más ni prestarme mas atención. A mi alrededor hay un pequeño campamento. Una mujer de mi raza está sentada en el suelo, afilando uno de los extremos de una larga rama con una piedra afilada. Frente a ella veo lanzas ya preparadas y varios puñales de piedra. Parece una partida de caza.

-¿Quien me ha salvado?- Pregunto tras unos minutos de silencio mientras dejo que poco a poco el mareo vaya remitiendo.

La mujer, sin dejar de lado su tarea, me responde:

-Verak. Ha salido a cazar algo para que comas. No debería tardar.

Asiento lentamente e intento levantarme. Me encuentro muy débil, esta vez he estado muy cerca de la muerte. Decido seguir sentado hasta que recobre parte de mis fuerzas. Me vuelvo a acostar en la zanja que han hecho mis hermanos para mí. Debía encontrarme realmente mal, ya que me han mantenido arropado por humo. Cuando mi pueblo no poseía la magia que hoy es innata en nosotros y dormía a la intemperie, usaban este método para no morir helados. Hacían dos pequeñas hogueras, separadas un metro y medio aproximadamente una de otra y en el centro hacían una pequeña zanja. La zanja era el lecho en el que descansaban, era escavada para que mientras dormían no girasen y cayeran en las llamas. Está era rellenada por hojas de árboles y arbustos, para que el frío del suelo no alcanzara el cuerpo. El fuego mantenía toda la noche el cuerpo caliente, aunque se respiraba una cantidad insana de humo, de ahí su nombre. Hoy solo usamos este método cuando nuestra ropa está mojada o cuando la magia de nuestro cuerpo se agota, como es mi caso. Nuestra magia nos ayuda a soportar el frío y el calor, sin ella estamos desprotegidos frente a los elementos. Puedo sentir el intenso calor de las hogueras, así que es evidente que mi magia aun no se ha recuperado. Es una buena señal después de todo, no he tenido que estar mucho tiempo inconsciente. Oigo unos pasos cerca. Una figura aparece de entre los árboles y se acerca a nosotros. Es otro de los hombres de mi pueblo. Un hombre alto y fuerte. Lleva sobre sus hombros un pequeño animal muerto, peludo, de seis patas y con una larga cola. Entra en el claro en el cual se encuentra el campamento y deja caer al animal frente a mí.

-Me alegra ver que ya has despertado, espero que estés mejor.

Me levanto con esfuerzo de mi lecho y le saludo con una leve inclinación de cabeza.

-Gracias hermano. Te debo la vida, dime que puedo hacer por ti.

Una de las leyes de mi pueblo es que si alguien te salva la vida debes pagarle de algún modo. No somos un pueblo con fuertes lazos afectivos, pero nuestro honor nos obliga a devolver una deuda, y la vida es la mayor de ellas.
El hombre comienza a reírse observándome. Luego se agacha y comienza a trocear y despellejar al animal que acaba de cazar.

-No te preocupes ahora por eso. Lo importante en este momento es recuperar nuestras fuerzas. Deberán pasar un par de ciclos antes de que nuestra magia se recupere por completo.

Es cierto, si el ha sido quien me ha curado también debe estar débil. Entre nuestro pueblo curar a otro implica ponerte también en peligro. Nuestra magia nos impide curar completamente a un herido. Para curarlo debes cerrar con él el círculo de vuestras almas y dejar que tu esencia pase a su cuerpo, curándolo, mientras parte de sus heridas son transferidas a ti, de este modo aunque logres salvar a alguien malherido, los dos quedan magullados. Así que teniendo en cuenta mi estado, el también debe estar bastante débil. Observo mi mano, desgarrada y rota en el enfrentamiento con los Vampiros. No queda rastro de las heridas, la carne se ha regenerado y los huesos se han soldado. La única señal es el casi imperceptible tono rosado de la carne allí donde fue arrancada. De las heridas del resto de mi cuerpo no queda nada, ni una sola cicatriz.

Mientras calienta la carne en una de las hogueras el hombre sigue hablando:

-Dime, ¿Como te llamas hermano? Yo soy Verak, él es Dáluh y ella Selka.- Mientras dice su nombre y presenta a sus compañeros cada uno se va llevando la mano al pecho y trazando un circulo con su mano derecha sobre el circulo azul dibujado en nuestro pecho del cual nacen el resto de marcas que nos cubren la piel. Es el gesto de saludo de mi pueblo.

-Mi nombre es Khéiron. - Les devuelvo el saludo y cojo el muslo que Verak me ofrece.

Selka deja de lado su tarea y se sienta junto a nosotros para comer. Mientras comemos me fijo en todos ellos. Sus cabellos oscuros, sus ojos negros y fríos incluso entre sus camaradas, rasgos que distinguen a mi pueblo. La mujer es joven, de complexión fuerte, pero sin dejar de tener unas curvas bien definidas y sensuales. No logro evitar mirarla mas de lo debido, llevo demasiado tiempo sin ver una mujer.

-Dime.- Dice Dáluh sacándome de mis pensamientos.- Eres un corredor. ¿Verdad?

-Si. Vengo del anillo numero 9, con esta he atravesado cuatro Puertas. ¿Y vosotros?

Los tres se quedan mirándome seriamente. Probablemente no crean mis palabras, con mi edad son pocos los corredores que han atravesado una sola Puerta. Esta vez es Verak, que parece el líder del pequeño grupo, quien toma la palabra.

-Impresionante, eres muy joven para tal hazaña. Si no te hubiera visto cruzar esta Puerta ni tan siquiera me plantearía creerte. Nosotros somos orientadores, buscamos la Puerta hacia el siguiente anillo. Hace meses que pasó el último corredor y marcó la puerta. El faro se apagó, así que no tenemos ni idea de donde puede estar la Puerta. Al ver esta por la que has entrado creímos encontrarla, pero viendo que la prisión no actuaba contra nosotros comprendimos que es la Puerta de entrada hacia el anillo anterior. Hemos cometido un grave error en alguna parte del camino...- Se lamenta.

-No es culpa tuya. – Le dice Dáluh.- Seguramente los carceleros (malditos sean) nos desorientaron en algún momento de la marcha. El Dirigente lo comprenderá.

Orientadores. Ya me extrañaba que una partida de caza se acercara tanto al borde interior del anillo. La vida en la Prisión ha dividido a mi pueblo en tres grupos. Los corredores como yo, los pobladores y los orientadores. Dentro de toda tribu de pobladores hay un pequeño grupo de orientadores. Estos se dedican a ir marcando el camino al resto de la tribu, la cual como es mas numerosa se ve obligada a moverse mucho mas lento e ir buscando constantemente la posición de la Puerta que va cambiando aleatoriamente de lugar. Mientras la Puerta esté marcada, los orientadores vuelven al poblado que emite su propia luz llamándolos, pero cuando el faro que marca la Puerta se apaga, los orientadores vuelven a salir en busca de la Puerta, para guiar a sus hermanos.

-Volveremos a nuestro poblado- Continua Verak.- Allí descansaremos un tiempo y volveremos a buscar la Puerta. Así hablaras con el Dirigente, el favor que me debes a mí se lo pagaras a él. Sin duda sabrá aprovechar mucho mejor tus habilidades.

Terminada la comida todos se levantan y comienzan a recoger el improvisado campamento. Selka se acerca a mí y me da una pequeña prenda de piel.

-Toma, tápate.

Miro hacia abajo y veo que voy completamente desnudo. Mi ropa debió ser destrozada por los Vampiros. La mujer no muestra ningún pudor, y yo tampoco. Nuestro pueblo nunca a sentido ese tipo de vergüenza. Me pongo el pantalón, mientras Verak me devuelve mi puñal, manchado con sangre seca, y una de las improvisadas lanzas. Cada uno de ellos va armado igual que yo, el entorno no permite fabricar unas armas mejores, así que debemos conformarnos con esto.

-Bien, volvamos cuanto antes al poblado. Es peligroso permanecer mas tiempo aquí, las bestias pueden haber visto el humo de las hogueras. Selka, busca la luz y guíanos.

La mujer se acerca a uno de los árboles y de un salto comienzo a escalarlo ágilmente. Los árboles son altos y de finos troncos, pero están repletos de ramas, por lo que es fácil escalarlos. Debido a los numerosos árboles que pueblan la zona es imposible ver la luz que lanza hacia el cielo el poblado para marcar su situación, así que el único modo de verla es encaramarse a la copa de los árboles. Para mí esto es una temeridad. Marcar el punto en el que te encuentras lanzando una luz al aire, de modo que todas las bestias de la Prisión puedan verla, es un suicidio. Los pobladores confían en su número, es algo que yo como corredor, acostumbrado a estar solo, jamás me arriesgaría a hacer.
La mujer observa el cielo a lo lejos y luego un cristal que lleva colgado al cuello.

-Hacia el Noreste, a unos veinte ciclos de viaje.- Grita desde la copa del árbol.

-Dáluh, abre tu la marcha, el corredor y yo nos quedaremos atrás hasta que nuestras fuerzas se recuperen. Hemos perdido demasiado tiempo, y lo peor es que hemos arrastrado al poblado hacia el interior, en vez de al exterior. Nunca conseguiremos salir de este anillo.

-¿Cuanto tiempo lleváis en este anillo?

-Tres generaciones.

Dicho esto comienzan a andar. Dáluh va por delante, atento a cualquier peligro, mientras Selka camina firme y segura en las alturas, sin hacer ruido, por las finas pero resistentes ramas de los árboles, subiendo de vez en cuando para cerciorarse de que seguimos la dirección correcta. Antes de seguir sus pasos miro hacia atrás, observo por última vez la Puerta y recuerdo mi victoria. No será la última.

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Escrito por: Yisus_Lol a las 12:12 | 7 Comentarios
 
     
 
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